Parte de la literatura clásica es la literatura latina. Acá va un fragmento de una las obras cumbres de la literatura occidental:
LA ENEIDALibro IYo aquel que en otro tiempo modulé cantares al son de leve avena, y dejando luego las selvas obligué a los vecinos campos a que obedeciesen al labrador, aunque avariento, obra grata a los agricultores, ahora.
Canto las terribles armas de Marte y el varón que, huyendo de las riberas de Troya por el rigor de los hados, pisó el primero la Italia y las costas lavinias. Largo tiempo anduvo errante por tierra y por mar, arrastrado a impulso de los dioses, por el furor de la rencorosa Juno. Mucho padeció en la guerra antes de que lograse edificar la gran Ciudad y llevar sus dioses al Lacio, de donde vienen el linaje latino y los senadores albanas y las murallas de la soberbia Roma.
Musa, recuérdame por qué causas, díme por cuál numen agraviado, por cuál ofensa, la reina de los dioses impulsó a un varón insigne por su piedad a arrostrar tantas aventuras, a pasar tantos afanes. ¡Tan grandes iras caben en los celestes pechos!
Hubo una ciudad antigua, Cartago, poblada por colonos tirios, en frente y a gran distancia de Italia y de las bocas del Tíber, opulenta y bravísima en el arte de la guerra. Es fama que Juno la habitaba con preferencia a todas las demás ciudades, y aun a la misma Samo; allí tenía sus armas y su carro, y ya de antiguo revolvía en su mente el propósito y la esperanza de que llegase a ser señora de todas las gentes, si lo consintiesen los hados; pero había oído que del linaje de los Troyanos procedería una raza que, andando el tiempo, había de derribar las fortalezas tirias, y que de ella nacería un pueblo dominador del mundo, soberbio en la guerra y destinado a exterminar la Libia; así lo tenían hilado las Parcas. Temerosa de esto, y recordando la hija de Saturno aquella antigua guerra que ella la primera suscitó a Troya por sus amdos griegos, tenía también presentes en su ánimo las causas de su enojo y sus crudos resentimientos. Vivos perseveraban en su alta mente el juicio de Paris y el desprecio hecho a su hermosura, y su odio al linaje troyano y las honras tributadas al arrebatado Ganimedes. Exasperada por estos recuerdos, apartaba a gran trecho del Lacio, haciéndolos juguete de las olas, a los Troyanos, reliquias de los griegos y del cruel Aquiles; y así, a impulso de los hados, andaban, hacía muchos años, errantes por todos los mares. ¡Tan ardua empresa era fundar el linaje romano!
La Eneida
Virgilio
Editorial Losada